En los años 80, en los Estados Unidos, una conocida espiritualista norteamericana de nombre Nancy Ann Tappe, que aplicaba terapias con el color, comenzó a notar que los niños tenían una coloración azul violeta en las capas más exteriores de sus auras, cosa que nunca había visto antes. Intrigada, decidió investigar más profundamente y comenzó a reconocer características comunes en todos estos pequeños. Mayor inteligencia, mayor energía, mayor espiritualidad. Bautizó a esos niños como niños Índigo.
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