¿Es sostenible una sociedad, una ciudad, en la que no haga falta trabajar? ¿Qué harían las personas en esa ciudad? ¿A qué dedicarían su tiempo? En este artículo visitaremos una de estas ciudades y conoceremos su historia.
Arxiu mensual: setembre de 2016
La jaula de oro
La niña quiere mucho a su pajarito. Un ruiseñor silvestre que su padre le regaló por su aniversario. No es un pájaro demasiado colorido. En realidad, es de un gris anodino, bastante vulgar. Pero su padre le había dicho que éstos eran los mejores, los que tenían un canto más sublime. La niña no lo había oído cantar nunca, pero estaba enamorada de sus profundos ojos oscuros, y su imaginación divagaba sobre príncipes encantados en cuerpo de animal y brujas malvadas que lanzaban hechizos diabólicos.
Condenados a aprender
Las leyes de nuestra sociedad establecen la escolarización obligatoria de todos los niños y niñas entre los 6 y los 16 años. Esta obligación se establece sobre la base de las innegables ventajas que una buena educación proporciona a las personas. Por este motivo, las administraciones son especialmente celosas en el cumplimiento de esta norma. Niños y niñas deben asistir sí o sí a estos establecimientos escolares, con independencia de sus circunstancias personales y de sus deseos y preferencias.
No quiero ir a la escuela
Después de la muerte de su mujer y de un difícil periplo personal y profesional que lo lleva de Amsterdam a la Catalunya Central y de las calles de la Barcelona bohemia a la prisión de Ibiza, Frank ha de hacer frente a una última prueba: su hijo no quiere ir a la escuela.
Tomando esta línea argumental como base, el autor nos lleva de la mano por un recorrido íntimo y cercano del mundo de la educación alternativa, ofreciendonos una visión cercana y cálida de la realidad de las escuelas libres y de la educación en familia actual en nuestro país.
Un libro imprescindible para conocer de primera mano el día a día de un movimiento educativo cada vez más presente y consolidado en nuestra sociedad.

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El tío Mañas
Cuenta mi padre que en una ocasión, cuando aún no había cumplido los diez años, su padre, que vendría a ser mi abuelo, lo mandó al pueblo con dos mulos cargados de carbón.
Mi padre, por aquel entonces un mocoso de nueve años de edad, pero con el tamaño de un niño de seis, al verse al lado de las enormes bestias, con tres sucios sacos de negro carbón cada una sobre su lomo, no pudo evitar sentirse algo turbado.
El perpetuo insatisfecho
Los dioses, en la noche de los tiempos, otorgaron a nuestra especie un don misterioso, que es a la vez nuestra mayor fortaleza y nuestra peor condena.
En una fulguraz carrera, el homínido sanguinario de pelo ralo ha desplazado a fieras y elementos y se ha aposentado en el trono que lo señala como el más chulo del barrio.
El hijo del mundo
Martín se levanta temprano. Se viste y baja a la cocina, donde su padre le sirve un vaso de zumo. Martín dice que le apetecen croissants, con lo que, con decisión, se dirige a la puerta de la vivienda y sale al exterior. Sus padres le oyen bajar las escaleras corriendo, con la vitalidad de sus siete años recién cumplidos. Se miran con complicidad, y se dirigen corriendo a la ventana de la habitación más septentrional de la vivienda, desde la que pueden ver la calle y también el portal del edificio. Sonriendo, observan a Martín alcanzar la acera y lanzarse sin mirar a la calzada por la que circula el intenso tráfico urbano. Continua la lectura de El hijo del mundo
El despilfarro ortográfico
En un mundo que tiende a la eficiencia, la redundancia no tiene cabida. Por ello, el implacable nuevo director de personal va a tomar medidas drásticas, que no van a ser de buen agrado ni populares para muchos. Continua la lectura de El despilfarro ortográfico
El capitalismo excluyente
La máxima del capitalismo, ‘a mayor productividad, mayor empleo‘, ha dejado de ser válida. Tradicionalmente, un incremento en la productividad, se traducía en una reducción de precios que ponía el producto al alcance de un sector muy amplio de la población, y provocaba un fuerte incremento de la demanda, con la consiguiente creación de empleo.
Desvelando el misterio de los niños índigo
En los años 80, en los Estados Unidos, una conocida espiritualista norteamericana de nombre Nancy Ann Tappe, que aplicaba terapias con el color, comenzó a notar que los niños tenían una coloración azul violeta en las capas más exteriores de sus auras, cosa que nunca había visto antes. Intrigada, decidió investigar más profundamente y comenzó a reconocer características comunes en todos estos pequeños. Mayor inteligencia, mayor energía, mayor espiritualidad. Bautizó a esos niños como niños Índigo.
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